POEMAS PARA LA MUJER: Poemas Dia de los enamorados Escritora Arjona Delia
Escritora Arjona Delia
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7 de noviembre de 2009

Poema de la Espera


amor+enamorados

Espero tu sonrisa y espero tu fragancia
por encima de todo, del tiempo y la distancia.
Yo no sé desde dónde, hacia dónde, ni cuándo
regresarás... sé sólo que te estaré esperando.

En lo alto del bosque y en lo hondo del lago,
en el minuto alegre y en el minuto aciago,
en la función pagana y en el sagrado rito,
en el limpio silencio y en el áspero grito.

Allí donde es más fuerte la voz de la cascada,
allí donde está todo y allí donde no hay nada,
en la pluma del ala y en el sol del ocaso,
yo esperaré el sonido rítmico de tu paso.

Comprendo que de mí ya se ría la gente
al ver cómo te espero desesperadamente.
Cuando todos los astros se apaguen en el cielo,
cuando todos los pájaros paralicen el vuelo.

Cansados de esperarte, ese día lejano
yo te estaré esperando todavía.
No importa: aunque me digan todos que desvarío,
yo te espero en las ondas musicales del río.

En la nube que llega blanca de su trayecto,
en el camino angosto y en el camino recto.
Niño, joven o anciano, sonriendo o llorando,
en el alba o la tarde, yo te estaré esperando.

Y si me convenciera que ese ansiado día
no habría de llegar, también te esperaría.





Autor: José Angel Buesa

6 de noviembre de 2009

Poema de Amor Loco

Poema Del Loco Amor

No, nada llega tarde, porque todas las cosas
tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;
sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,
cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.

No, Amor no llega tarde. Tu corazón y el mío
saben secretamente que no hay amor tardío.
Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,
la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.

Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,
pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.




Autor: José Angel Buesa



5 de noviembre de 2009

Poema de Amor Lejano

Amor Lejano

Ella no fué, entre todas, la más bella,
pero me dió el amor más hondo y largo.
Otras me amaron más; y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

Acaso fué porque la amé de lejos,
como una estrella desde mi ventana,
Y la estrella que brilla más lejana
nos parece que tiene mas reflejos.

Tuve su amor como una cosa ajena
como una playa cada vez más sola,
que unicamente guarda de la ola
una humedad de sal sobre la arena.

Ella estuvo en mis brazos sin ser mía,
como el agua en cántaro sediento,
como un perfume que se fué en el viento
y que vuelve en el viento todavía.

Me penetró su sed insatisfecha
como un arado sobre llanura,
abriendo en su fugaz desgarradura
la esperanza feliz de la cosecha.

Ella fué lo cercano en lo remoto,
pero llenaba todo lo vacío,
como el viento en las velas del navío,
como la luz en el espejo roto.

Por eso aún pienso en la mujer aquella,
la que me dió el amor más hondo y largo,
Nunca fué mía. No era la más bella.
Otras me amaron más ... Y sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.








Autor: José Angel Buesa

Poema de la culpa

Poema De La Culpa

Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala Señor, porque la culpa es mía.
Después de haber besado sus cabellos de trigo,
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.

Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo
mis labios están dulces por ese amor amargo.
Ella fué como un agua callada que corría ...
Su es culpa tener sed, toda la culpa es mía.

Perdónala Señor, tu que le diste a ella
su frescura de lluvia y esplendor de estrella.
Su alma era transparente como un vaso vacío:
Yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.

Pero, ¿cómo no amarla, si tu hicistes que fuera
turbadora y fragante como la primavera?
¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío
sobre la yerba seca y ávida del estío?

Trataré de rechazarla, Señor, inutilmente,
como un surco que intenta rechazar el simiente.
Era de otro. Era de otro que no la merecía,
y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.

Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:
Las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.
Y ella me dió su amor como se da una rosa
como quien lo da todo, dando tan poca cosa.

Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:
Ella no fue culpable, Señor ... ni yo tampoco!

La culpa es toda tuya, porque la hicistes bella
y me distes los ojos para mirarla a ella.
Si. Nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar
y si es culpa de un río cuando corre hacia el mar.

Es tan bella, Senor, y es tan suave, y tan clara,
que sería pecado mayor si no la amara.

Y por eso, perdoname, Señor, porque es tan bella,
que tú, que hicistes el agua, y la flor, y la estrella,
tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
tu también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!







Autor: José Angel Buesa

Poema Del Fracaso


Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema,
que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer;
Quería aprisionar un alma en un poema,
y que viviera siempre... Pero no pudo ser.

Mi corazón, un día, silenció su latido,
y en plena lozanía se sintió envejecer;
Quiso amar un recuerdo más fuerte que el olvido
y morir recordando... Pero no pudo ser.

Mi corazón, un día, soñó un sueño sonoro,
en un fugaz anhelo de gloria y de poder;
Subió la escalinata de un palacio de oro
y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser.

Mi corazón, un día, se convirtió en hoguera,
por vivir plenamente la fiebre del placer;
Ansiaba el goce nuevo de una emoción cualquiera,
un goce para el solo... Pero no pudo ser.







Autor: José Angel Buesa

Poema Celos

Celos


Ya solo eres aquella
que tiene la costumbre de ser bella.
Ya pasó la embriaguez.
Pero no olvido aquel deslumbramiento,
aquella gloria del primer momento,
al ver tus ojos por primera vez.

Y se que, aunque quisiera,
no he de volverte a ver de esa manera.
Como aquel instante de embriaguez;
y siento celos al pensar que un día,
alguien, que no te ha visto todavía,
verá tus ojos por primera vez.







Autor: José Angel Buesa
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Palabras de amor de José A. Buesa

Elegía para mi y para ti

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y tú te irás borrando lentamente de mi sueño.
Un año y otro año caerán como hojas secas
de las ramas del árbol milenario del tiempo.
Y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,
se alejará en la sombra creciente del recuerdo.

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y quizá, poco a poco, dejaré de hacer versos,
bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,
de las desilusiones y los aburrimientos.
Tú, que nunca soñaste mas que cosas posibles,
dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.

Acaso nos veremos un día, casualmente,
al cruzar una calle, y nos saludaremos.
Yo pensaré quizá: " Qué linda es todavía."
Tú quizá pensarás: " Se está poniendo viejo "
Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo o con otra.
o tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.

Y seguirá muriendo la vida, año tras año,
igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.
Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,
o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.
Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,
pensaré en ti un instante, pero cada vez menos....

Y pasará la vida. Yo seguiré soñando;
pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.
Yo ya te habré olvidado definitivamente
y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.
Y quizá, para entonces, al cruzar una calle,
nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.

Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,
las manos para siempre cruzadas sobre el pecho.
Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,
te pasarás las horas bostezando y tejiendo.
Y cada primavera renacerán las rosa,
aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.






Autor: José Angel Buesa

3 de noviembre de 2009

Poema de amor fugaz

Poema de amor pequeño

Fue breve aquella noche. Fue breve, pero bella.
Poca cosa es el tiempo, que es también poca cosa,
porque nadie ha sabido lo que dura una estrella
aunque todos sepamos lo que dura una cosa.

Nuestro amor de una noche fue un gran amor pequeño
que rodó por la sombra como un dado sin suerte,
pero nadie ha sabido lo que dura un ensueño
aunque todos sepamos lo que dura la muerte.

Una noche es eterna para el que no la olvida,
y el tiempo nada importa para el sueño y la flor,
y, como nadie sabe lo que dura la vida,
nadie sabe tampoco lo que dura el amor.







Autor: José Angel Buesa


20 de octubre de 2009

Rimas de Amor


Ultimo amor

Yo andaba entre la sombra, cuando como un fulgor
llegaste tú de pronto con el último amor.
Pero bastó un efluvio de antiguas primaveras
para reconocerte, para saber quien eras.

Y eras la misteriosa mujer desconocida,
que entristeció de ensueño lo mejor de mi vida.
La de las tardes grises y los claros de luna,
la que busqué entre tantas y no encontré en ninguna.

Y hoy tal vez como un premio, tal vez como un castigo,
lo mejor de mi vida será morir contigo.
He pensado esta noche, sintiéndote tan mía
que así como llegaste, pudieras irte un día.

Lo he pensado eso es todo. Pero si sucediera...
Dejaré que te vayas sin un adiós siquiera.
Y cuando te hayas ido... yo que nunca me quejo,
me vestiré de luto y aprenderé a ser viejo.

Pero si me muriera sin poder olvidarte
y después de la muerte se llega a alguna parte,
preguntaré si hay sitio para mí junto a ti,
y Dios seguramente responderá que sí.







Autor: Jose Angel Buesa






12 de marzo de 2009

Mujer lejana - José Ángel Buesa

Mujer Lejana

En ti recuerdo una mujer lejana,
lejana de mi amor y de mi vida.
A la vez diferente y parecida,
como el atardecer y la mañana.

En ti despierta esa mujer que duerme
con tantas semejanzas misteriosas,
que muchas veces te pregunto cosas,
que sólo ella podría responderme.

Y te digo que es bella, porque es bella,
pero no sé decir, cuando lo digo,
si pienso en ella porque estoy contigo,
o estoy contigo por pensar en ella.

Y sin embargo si el azar mañana
me enfrenta con ella de repente,
no seguiría a la mujer ausente
por retener a la mujer cercana.

Y sin amarte más, pero tampoco
sin separar tu mano de la mía,
al verla simplemente te diría:
"Esa mujer se te parece un poco"






Autor:José Ángel Buesa


26 de noviembre de 2008

Amor

Poema de Amor

Estoy entre tus brazos y un silencio en puntillas
se esconden tras la sombras que dan a la ventana,
un corazón que late y unos ojos que brillan
se entregan en el alba que arrastra la mañana.

Y tu pecho se enciende y un pequeño murmullo
se escapa de tus labios como una mariposa.
Y es el agua del río que nos trae el arrullo
de un amor que se aroma con jazmines y rosas.

Ven aquí, necesito que me des el lucero
y esa estrella que llega desde tiempos lejanos,
y el volar de las aves y el temblor de un te quiero,
que han quedado en tu sangre y dormido en mis manos.

Porque entiende que el trino de un pajaro en la rama
salpica de esperanza la soledad del nido
y te arrima los sueños del hombre que te ama
para borrar la ausencia del mundo del olvido.

¡Qué pequeño el lugar en que vivías!
Si hasta el jardín era una sola rosa.
El aire te acunaba, si dormías,
en las dos alas de una mariposa.

¡Qué cielo azul el que tenían tus ojos!
La quietud del verano se escuchaba.
Y en tus labios un beso, tibio y rojo,
lleno de amor y paz te despertaba.

Y aquel zorzal de trino rumoroso
con el silvido largo del encuentro
me dijo en su gorjeo melodioso:
¡es un silencio con un pueblo adentro!

Y tú desparramabas la hermosura
y el sol junto a tus manos sonreía.
Y era tu miel un salmo a la dulzura.
¡Qué pequeño el lugar en que vivías!






Autor: León Romero



27 de septiembre de 2008

Amor tardío

Poema De Amor

Tardíamente, en el jardín sombrío,
tardíamente entró una mariposa,
transfigurando en alba milagrosa
el deprimente anochecer de estío.

Y, sedienta de miel y de rocío,
tardíamente en el rosal se posa,
pues ya se deshojó la última rosa
con la primera ráfaga de frío.

Y yo, que voy andando hacia el poniente,
siento llegar maravillosamente,
como esa mariposa, una ilusión;

Pero en mi otoño de melancolía,
mariposa de amor, al fin del día,
qué tarde llegas a mi corazón...





José Angel Buesa
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25 de septiembre de 2008

Poesía Pablo neruda




Puedo escribir los versos más tristes esta noche
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los ultimos versos que yo le escribo.






Pablo Neruda, poeta chileno (1904-1973)


25 de agosto de 2008

Caserón de amor




Las aguas del arroyo saltaban en las piedras
un caserón dormido doblaba su silueta
salpicando de tiempo, coronado de hiedra
deteniendo tormentas a pesar de sus gritas.

El revoque perdido por los vientos del oeste
mostraba la gastada quietud de sus ladrillos
y a un costado del mismo, con su figura agreste,
los aromos pintaban un cielo celeste.

Y tu y yo, como nadie descubriendo otro mundo
en nuestro amor prohibido en medio de las flores
bajo su techo oscuro, desgastado y profundo,
soñábamos la tarde de cuentos y de amores.

Y el caserón entonces, hermano y solitario,
como una antigua foto perdida en algún rollo,
nos saludaba en sombras, nos esperaba a diario
para contar historias al agua del arrollo.


Autor: León Romero

La cabaña





Cabaña en Monte Nono, traslasierras, Córdoba.


Entre plantas agrestes y pájaros del monte,
junto al pequeño lago que bordea la montaña,
allí, donde comienza la luz del horizonte,
con manos de esperanza, haremos la cabaña.

Y en el claro sendero que baja desde el valle
con los ojos abiertos, dibujando la huella
pondremos flores nuevas en diminutas calles,
con arados de lunas sembraremos estrellas.

Una canción al día será el sol del verano,
un postal de cielos, un silencio guardado,
un pastor y sus cabras desandando temprano
los caminos azules en los cerros pintados.

Enlazaremos juntos las nubes peregrinas,
Construiremos un puente junto a la enredadera,
inventaremos trenes cruzando las esquinas
y un solo calendario de amor y primavera.

Las tejas serán rojas, las paredes de nieve,
el hogar el refugio de dos enamorados,
un ventanal muy amplio para ver cuando llueve,
la ronda de las aves y el molino asustado.

Pondremos a un costado un cerco de jazmines
un mar de farolitos bajará desde el techo,
habrá una melodía de pianos y violines
y será de algodones la calidez del techo.

Un perfume de nardos llegará desde lejos,
el viento se hará sombra como si fuera un mago,
tus ojos en los míos se han de volver espejo,
en la tibia cabaña que haremos junto al lago.








Autor: León Romero

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